El pueblo yanesha, asentado hoy en las regiones de Huánuco, Junín y Pasco, cultiva desde hace cientos de años música, danza y canto de carácter mágico, ritual y ceremonial. Este saber ha sobrevivido en el tiempo y es aún practicado por sabios y sabias mayores en quienes descansa la memoria histórica de su pueblo.

Pese al valor que tienen estas expresiones culturales, lograr proteger su propiedad intelectual es una tarea difícil. Frente a esta situación, la asociación CHIRAPAQ presentó en el CCE una propuesta para la revalorización y el reconocimiento de la creación musical colectiva de los pueblos indígenas.

Danzas y cantos que evocan a los animales, los seres mitológicos que habitan el bosque y las deidades del pueblo yanesha, conformaron el repertorio de EÑOSEÑETS. El cantar de las aves, un evento que trajo la selva central al escenario urbano. Al ritmo de las antaras y el tambor, los hombres y mujeres yanesha hicieron despliegue de esta tradición.

Le siguió un programa de música clásica a cargo de las sopranos, tenores y músicos del colectivo SINAPSIS, quienes han realizado su propia interpretación de esta música originaria. El grupo son jóvenes compositores de la Universidad Nacional de Música (ex Conservatorio), quienes buscan generar una plataforma de difusión alternativa.

El intermedio de esta noche musical fue un conversatorio sobre la música yanesha, su tradición e inspiración, y los esfuerzos para el reconocimiento de los derechos creativos de los pueblos indígenas. Participaronn en este encuentro entre culturas el escritor y periodista Róger Rumrrill, la defensora de los derechos indígenas Tarcila Rivera Zea, la soprano andina Sylvia Falcón, el musicólogo Aurelio Tello Malpartida y el kornesha de la Federación Yanesha, Jaime Chihuanco Cuñibo.

‘Eñoseñets’ es una palabra que hace referencia tanto a la comunicación entre aves como a entre personas. Este vínculo entre especies tan distintas se debe a que dentro de la cosmovisión yanesha se encuentran relatos sobre aves que llegaron a la tierra para convertirse en seres humanos. En ese sentido, el canto de los yaneshas es entendido como un símil de las melodías de ciertas aves, y su ejecución es un testimonio ancestral de esa divinidad previa a la vida terrenal.