Fecha
7 de octubre de 2023.
Horario
7:00 p.m.
El 6 de octubre de 2023 se celebró la tercera edición del Día del Cine Español y un día después (7 de octubre) el CCE se sumó a este homenaje y reconocimiento al patrimonio cinematográfico del país, proyectando la película Embrujo, dirigida en 1947 por Carlos Serrano de Osma, y protagonizada por dos estrellas incontestables de la música y el baile flamencos: Lola Flores y Manolo Caracol.
Sinopsis: Lola es una gloria del baile flamenco que vive sus días de vejez. Asiste a un homenaje que se le ofrece y, mientras observa bailar a una joven, recuerda su éxito como estrella flamenca y sus inicios teatrales cuando, trabajando en espectáculos de variedades, conoce a Manolo, un cantaor que pronto se enamora de ella y que, dueño de un sentido estético muy especial, le propone montar unos números juntos en los que él va canta mientras ella baila. Pronto cosechan éxitos y Manolo se obesiona cada vez más con Lola ella sin ser correspondido. Lola emprende una carrera en solitario que la lleva a distintos países, pero no logra olvidar a Manolo, que, abandonado por ella, se sumerne en la autodestrucción.
Lejos de estar frente a una película asociada a las españoladas del cine del momento, el equipo que estaba detrás de la productora Boga apostó por una realización y una propuesta estética que dialogaban con la visualidad del expresionismo cinematográfico mediante una puesta en escena y un montaje anclados en la mejor vanguardia de cine europeo de principios de siglo.
El corazón de la película serían las escenas poético-musicales, en cuya filmación (y no solo en su escenografía) se recurre al lenguaje de las vanguardias (angulación, montaje acelerado, sobreimpresiones), y durante las cuales parece detenerse el tiempo, o más exactamente, se logra que el tiempo discurra a la par que la música, que el montaje se acompase de forma completamente inédita y original al flamenco. Este es sin duda uno de los aspectos más destacados y subrayados de Embrujo, y del que no había propiamente precedentes.
Este título es, por tanto, una rareza en la que se cruza la expresión más revolucionaria del flamenco escénico con un cine de pretensión rupturista y rompedor que, como era de esperar, tuvo un recibimiento agridulce entre el público del momento, cuyas expectativas iban dirigidas hacia un cine más convencional.
Vista desde la mirada actual, Embrujo es una joya cinéfila y una toma de pulso a un momento en el que una de las raíces folclóricas más candentes del siglo XX —el flamenco— logró expresarse a través del medio hegemónico de aquel entonces —el cine—.
Lola Flores (1923-1995), de la que este año se celebra el centenario, era en aquel momento una joven bailaora de éxito meteórico que acabó convirtiéndose en un personaje muy mediático, controvertido en lo personal y en su forma de interpretar el flamenco, reivindicada después como figura transgresora.Embrujo sirve entonces para celebrar a esta artista cuya trepidante carrera en el cine popular y en los espectáculos escénicos y televisivos la volvieron un verdadero mito de la cultura española.
Manolo Caracol (1909-1973) pertenecía a una familia de gran raigambre flamenca y había sido reconocido como cantaor desde muy joven. En 1943 comienza a trabajar con Lola Flores en el espectáculo Zambra, que recorrería toda España durante varios años y con muchísimo éxito. Hasta 1951 se mantendría esta asociación profesional, que fue también una relación personal, escandalosa para
los parámetros de la época ya que Caracol estaba casado, pero del dominio público.
Carlos Serrano de Osma (Madrid,1916-San Juan, Alicante,1984) fue director, productor, crítico y profesor cinematográfico. Su temprana vocación cinéfila le llevó a abandonar sus estudios de Medicina y, en el Madrid de la República, se dedicó a la crítica y formó parte de tertulias y cineclubs. En 1937, llamado a filas en plena guerra civil, realizó tareas administrativas y siguió escribiendo críticas. En 1941 debutó como director con una serie de diez películas cortas de divulgación para instituciones oficiales, siendo la primera Estampas de luz (para la ONCE). Durante este tiempo, junto a los integrantes de la tertulia del Café La Elipa, participó en la puesta en marcha de una interesante aunque efímera revista, Cine Experimental (1944-1946). Asimismo, en 1947, colaboró en la fundación del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC), primer centro español dedicado en exclusiva a la enseñanza de cine, donde ejerció durante 18 años como profesor de Dirección y fue subdirector entre 1962 y 1968, cuando ya se conocía como la Escuela Oficial de Cinematografía (EOC). En 1946 fundó una productora con un grupo de cinéfilos entusiastas, que se hacían llamar “los
telúricos”.
De forma muy rápida rodó cuatro largometrajes con cierta vocación experimental: Abel Sánchez (1946), Embrujo (1947), La sirena negra (1947) y La sombra iluminada (1948). Frente al modelo más tradicional y realista de la España de los años cuarenta, estas películas tenían otros referentes, sobre todo el cine de finales de los años veinte y Orson Welles. En la segunda etapa de su carrera dirigió otras dos películas: Rostro al mar (1951) y La rosa roja (1960); y realizó dos codirecciones: Parsifal (1951) y Tirma (1954). En estos años, creó dos productoras (INFIES y Visor Films) con las que, además de financiar algunos proyectos, produjo el primer cortometraje profesional de Carlos Saura: El pequeño río Manzanares (1956).
Desde 1979 y hasta su jubilación dirigió el Archivo de Filmes de la Filmoteca Nacional. Falleció en 1984, cuando preparaba el rodaje de un cortometraje sobre Gaudí.
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CCELima
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