El 6 de octubre de 2022, con la proyección de la película Muerte de un ciclista, de Juan Antonio Bardem, celebramos la segunda edición del Día del Cine Español, una efeméride que busca ser una forma colectiva de reivindicar el peso y la importancia de este cine como como patrimonio cultural de España y generador de una identidad e imaginario común.

En Muerte de un ciclista, coproducción hispanoitaliana escrita y dirigida por Juan Antonio Bardem en 1955, este cineasta imprescindible para entender el siglo XX español retrata la hipocresía burguesa y el estado sociopolítico de la España de posguerra mediante la historia de una pareja de amantes que asumen posiciones muy distintas frente al clima social que les rodea.

Juan y María José, novios en un pasado anterior a la Guerra Civil española, se encuentran luego de unos años de separación —ya finalizada la contienda— y reanudan su amor. Pero ahora María José ya no es libre y el amor de ambos se convierte en un adulterio.
[Diccionario del cine iberoamericano (Madrid, SGAE, 2012, p. 1003), de José Enrique Monterde].

Protagonizada por dos estrellas recién llegadas a España en la década de los cincuenta, el exiliado Alberto Closas y la italiana Lucía Bosé, este drama psicológico sigue manteniendo intacta su lectura crítica y la solvencia del cine de un autor en estado de gracia.

La película ganó el premio de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI) en el Festival de Cine de Cannes en 1955.

Sobre el director

Juan Antonio Bardem (Madrid, 1922-2002), hijo de actores y miembro de una saga familiar dedicada al mundo del cine y el teatro, ingresó en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas en 1947, aunque no se tituló. Durante este periodo, practicó la crítica en diversos diarios y revistas de cine y debutó con Esa pareja feliz (1951), codirigida con su compañero de estudios Luis G. Berlanga, con quien también escribió ¡Bienvenido Míster Marshall! (1952), película singular del canon del cine español. Ambos filmes plantearon un modo de hacer y de expresar absolutamente nuevo dentro del panorama de la época.

Con Muerte de un ciclista (1955) adquirió notoriedad internacional gracias al premio conseguido en Cannes, que confirmó con Calle Mayor al año siguiente, y durante cuyo rodaje fue detenido. A partir de este momento, su trayectoria tuvo siempre una proyección internacional con películas como La venganza (1957) y Sonatas (1959). Después formó parte de la productora UNINCI, compuesta por distintos profesionales adversos al régimen.

Tras las muchas dificultades para continuar trabajando, debido a su posicionamiento antifranquista, derivó hacia un cine más convencional (El último día de la guerra, 1968, y La isla misteriosa, 1972), colaborando con estrellas populares como Sara Montiel (Varietés, 1971) y Marisol (Pepa Flores) en su etapa adulta (El poder del deseo, 1975).

Luego de otra estancia en la cárcel, filmó El puente (1976), que da una vuelta de tuerca al landismo al presentar al actor Alfredo Landa visto desde otra óptica. Ya en la Transición, filmó Siete días de enero (1978), que reconstruye el asesinato de los abogados laboralistas por la ultraderecha la noche del 24 de enero de 1977.

Después de varias películas coproducidas con países soviéticos, se centró en la producción para televisión, donde destaca Lorca, muerte de un poeta (1987).